LA BIOMASA FORESTAL RESIDUAL DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN: UNA ENERGÍA RENOVABLE DE FUTURO A CONSIDERAR

La biomasa forestal primaria reúne características que la convierten en un recurso energético competitivo en el mercado de las energías renovables porque se ha convertido en una alternativa a los combustibles fósiles, cuyas reservas tienen un carácter finito. Así, desde un enfoque energético, su aprovechamiento podría contribuir al cumplimiento del Protocolo de Kioto, puesto que emiten un 80% menos de CO2 que los combustibles fósiles tradicionales.

La biomasa forestal primaria es la fracción biodegradable de los productos y residuos generados en los montes que son procesados con fines energéticos. Estaría formada por los materiales vegetales procedentes de operaciones silvícolas como podas, selección de brotes, clareos, cortas fitosanitarias y desbroces. También se incluirían los residuos de aprovechamientos madereros.

Por otra parte, la valorización de la biomasa forestal primaria hace más eficiente la gestión forestal (Planes de Ordenación de Recursos Forestales), ya que promueve las operaciones silvícolas que llevan a la producción de madera de calidad y al mismo tiempo la disminución del riesgo de incendio. A su vez, el retroceso del mercado de la madera (subastas de los Ayuntamientos) junto con la necesidad de ahorro de combustibles configuran la biomasa forestal como energía renovable de futuro en nuestra delimitación comarcal.

Finalmente, el uso de esta fuente de energía tiene otras ventajas, como la prevención de incendios forestales, la mejora de las masas boscosas y la dinamización de la economía rural con nuevos empleos e industrias. Sin embargo, uno de los factores limitantes a ponderar para la implantación generalizada de esta energía en nuestro entorno son las grandes pendientes del terreno que pueden dificultar la mecanización y elevar los costes de producción.

Hacia un nuevo "modelo energético": Astillas y/o Pellets

Las tecnologías para la utilización de "combustibles vegetales" (biomasa) por sistemas de calefacción domésticos y colectivos han experimentado un gran desarrollo en los últimos años alcanzando niveles de eficiencia, fiabilidad y confort similares a los sistemas tradicionales de de gas y gasóleo. Las principales tipologías de combustibles vegetales para calderas de biomasa son tres: 1) leña para quemar en bloques (tarugos); 2) madera desmenuzada (astillas) y, finalmente, 3) pastillas de madera molida y prensada o "pellet".

Calentarse con biomasa no sólo es beneficioso para el medio ambiente, sino también para el ahorro, porque a igualdad de calor producido, los combustibles vegetales cuestan mucho menos que los fósiles (ver tabla inferior).

La tabla permite comparar los combustibles fósiles y los diferentes tipos de biomasa sobre la base del contenido real de energía. La comparación se ha realizado sobre la base de las cantidades y sobre los costes de la biomasa necesaria para sustituir una cantidad estándar de combustible fósil (para una mejor resolución pincha la tabla).

Así por ejemplo, si tomamos en consideración un "pellet" de madera para quemar, que tiene un contenido de humedad máximo del 10%, observamos que son necesarios 2 Kg para obtener la misma energía que produce un litro de gasóleo, y que, siendo el precio del "pellet" igual a 0,180 €/Kg, el coste de este litro equivalente de gasóleo es igual a 0,36 €, valor aproximadamente de un 57% inferior al coste real del gasóleo, igual a 0,83 €/litro. De forma análoga, serán necesarios 1,98 Kg de "pellet" de madera para obtener la misma energía que produce 1 m3 de metano, al coste equivalente de 0,36 € contra 0,52 € de un metro cúbico real de metano.

Calderas para combustibles vegetales (biomasa forestal)

Existen diferentes tipologías de calderas para combustibles vegetales, aunque los principales son: 1) calderas de llama invertida para la combustión de leña en tarugos; 2) calderas de "astillas"; y, finalmente, 3) calderas de "pellets".

Las calderas de astillas se alimentan con madera virgen cortada en pequeños trozos (varios centímetros), se cargan automáticamente a través de dispositivos mecánicos especiales (sinfines transportadores helicoidales). El combustible procede de materiales diferentes, como podas desmenuzadas, deshechos de serrería o biomasa procedentes de las actividades forestales (corte de monte bajo, aclareos, cortes de conversión, etc.) que se almacenan en un depósito o silo.

El rendimiento y el confort de las calderas de biomasa de "astillas" son similares a las de gas o gasóleo. Por sus características de automatización y ahorro de actividad, los sistemas de astillas están especialmente indicados para la calefacción en edificios de tamaño medio o grande, como hoteles, escuelas, comunidades, hospitales y centros comerciales.

Por el contrario, las calderas de "pellets" utilizan un combustible de madera virgen seca y prensada en pequeños cilindros, sin aditivos. El peso específico del pellet a granel es de 600-700 kg/m3, mucho más alto que el de otros combustibles no prensados de madera (como por ejemplo, las astillas). A su vez, el poder calorífico puede alcanzar las 4.200 kcal/kg, con una densidad energética de 3000 – 3.400 KWh/m3.

A causa de la forma cilíndrica y lisa y del tamaño pequeño, el pellet tiende a portarse como un fluido, lo que facilita el movimiento del combustible y la carga automática de las calderas. El transporte puede realizarse con camiones cisterna, desde los cuales se bombea directamente en el depósito de almacenamiento del sistema.

La alta densidad energética y la facilidad de movimiento hacen del pellet el combustible vegetal más indicado para sistemas de calefacción automáticos de todos los tamaños. El pellet de madera puede utilizarse en las calderas de astillas o en calderas proyectadas especialmente para pellet. Asimismo, es posible incluso utilizar el pellet en algunos modelos de calderas de gasóleo, a través de quemadores especiales.

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