Los frescos de la Parroquieta sirven a las alumnas para aprender los secretos de la rehabilitación. Se trata de obras del siglo XVIII que fueron levantadas para sacar a la luz otras más antiguas y artísticas. Un total de 57 inscripciones se recibieron para participar en la actividad formativa.
M. CRUZ AGUILAR / Albarracín
La pintura mural tiene su cara y su cruz y cuando se trata de restaurarla tan importante es una como otra. Así lo están aprendiendo estos días en Albarracín las diez alumnas del Curso Superior de Restauración de Pintura Mural que se imparte en la Fundación Santa María. Allí el profesor Leandro de la Vega les enseña cómo montar un puzzle con los trozos de yeso –algunos de ellos minúsculos– desprendidos de una pieza extraída de la Parroquieta de la Catedral de Albarracín. La placa con pinturas del siglo XVIII fue levantada en el año 2002 para sacar a la luz otras decoraciones de mayor calidad artística realizadas en el siglo XVI.
Ahora los restauradores trabajan en fijar todos los fragmentos y, una vez sujetos, le darán una capa de mortero que asegurará su conservación futura. De la Vega puntualizó que no van a acometer ninguna actuación en la parte anterior de las pinturas que, si fuera necesario, deberían ser restauradas en una fase futura.
El interés del curso de este año, para el que se han recibido un total de 57 inscripciones, radica en que “no es habitual” trabajar con este tipo de piezas, según el profesor. El secreto para que el resultado sea óptimo es realizar los pasos “muy lentamente” para evitar que la humedad cause problemas en la pintura. Estos frescos representan cortinajes que se crearon para complementar un retablo del siglo XVIII que se colocó en la Parroquieta de la Catedral de la ciudad. Estas pinturas se realizaron aplicando una capa de mortero sobre las anteriores, fechadas en el XVI, y dejaron de tener sentido una vez se quitó de esa capilla el retablo para las que fueron realizadas.
Fuente: Extracto del Diario de Teruel (25-08-2008). Más información en la edición impresa.
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